Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1119
Legislatura: 1886 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 3 de diciembre de 1886
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 77, 1859-1860
Tema: Interpelación sobre la política seguida por el Gobierno durante el interregno parlamentario

Algo vamos adelantando con este debate, porque al ver al Sr. Romero Robledo con tan exquisita sensibilidad, cuando cree que se le dirigen sin que ciertamente lo haga nadie, ciertos cargos, considerará en lo sucesivo que los demás también tenemos nuestra sensibilidad. (El Sr. Dávila: Pero ese es el banco de la prudencia). ¡Éste es el banco de la prudencia! Sí, y lo está siendo con exceso. Pero ese debe ser también el banco de la prudencia. ¡Pues no faltaba más! ¿Es que queréis que sólo aquí haya prudencia? (El Sr. Dávila: Sí, ahí más que en ninguna parte). (Rumores). Pero no solamente aquí.

Señores Diputados, ¿dónde estamos? Queréis que sea este el banco de la prudencia, y ese ¿cuál es? ¿el de la imprudencia? (El Sr. Puga: El de la justicia). La justicia está en todas partes, y ahí debíais empezar por hacerla. (El Sr. Puga: Y ahí el ejemplo); venimos dándolo durante todo el debate. Bueno es que manifestéis vuestra sensibilidad cuando se os dirigen, o mejor dicho, cuando creéis que se os pueden dirigir ciertos cargos; porque yo no he visto a nadie darse por aludido más que a SS. SS. (El Sr. Castel: Porque a nadie se han dirigido más que a nosotros). ¿En qué lo habéis conocido? (Risas). Porque de esa manera aprenderá el Sr. Romero Robledo y aprenderán sus amigos a tratar con más prudencia y con más justicia a los hombres que se sientan en este banco y a sus adversarios políticos. (Muy bien, muy bien).

Todavía, aún dirigidas mis palabras a SS. SS., no son tan graves como las que SS. SS. han tenido por conveniente lanzar contra los que nos sentamos aquí. (El Sr. Rodríguez San Pedro: Tenemos el derecho de censurar al Gobierno).

¿Y no tenemos nosotros el derecho de defendernos y de juzgar a los partidos? (El Sr. Rodríguez San Pedro: El derecho de defenderse, pero no de insultar. -Rumores). Eso es lo que, en todo caso, se ha hecho desde esos bancos.

(Llamada al orden por parte del Presidente).

¡Pues no faltaba más! ¿Se puede decir a los que estamos en este sitio por la voluntad de S. M. la Reina y por la confianza de las Cortes, que somos un peligro para el Trono en la oposición y en el Poder? ¿Se puede decir a todas horas, con insidiosa reticencia, que tenemos cables a las oscuridades del porvenir, que no cortamos el puente que puede conducirnos a ciertos campos? ¿Se puede decir un día y otro día que con nuestra conducta y con nuestra relación con los demás partidos, vamos a entregar la Monarquía? ¿Se puede decir esto? (Aprobación).

Pues con el mismo derecho con que creéis eso, creo yo que los que perturban las instituciones y los que las ponen en peligro sois vosotros con vuestra conducta, que estoy en mi derecho considerándola más personal que política (Aprobación), sin que haya en esto ofensa para nadie.

Tengo ese derecho. (Un Sr. Diputado: No). En absoluto. ¡Cuidado, Sres. Diputados, si es gracioso esto! Se nos puede acusar de traidores, y nosotros no podemos acusaros de despechados. (Aplausos). Pues yo [1859] declaro que sólo el despecho puede poner en vuestros labios palabras como las que habéis dirigido a un Gobierno que tiene la confianza del Trono y de las Cortes. Y si no fuera el despecho vuestro móvil, sería otra cosa más reprobable, que os haría menos favor, y que yo no quiero decir porque no falto nunca ni a las conveniencias parlamentarias ni a las conveniencias sociales.

Y después de todo esto, Sres. Diputados, recordad que yo he tenido la prudencia, al dirigir ciertos cargos en hipótesis, para los que pudieran realizar ciertos actos, de no nombrar personas, ni grupos, ni partidos; mis advertencias a todos, y a ninguno tocan; allá el que las recoja sabrá por qué. (Aplausos). [1860]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL